31 de octubre de 2010

Darwinia

Tras Mysterium, Los Cronolitos y Spin, le toca el turno a un nuevo libro de Robet C. Wilson, Darwinia, que arranca con un curioso fenómeno: un buen día de 1912 ¡Europa ha desaparecido!

Europa ha desaparecido y casi todo el mundo cree que es un acto de justicia divina ante las teorías de Darwin, puesto que su desaparición viene acompañada de un milagro creacionista en forma de una indescriptible jungla llena de una flora y una fauna desconocidas que ocupa el lugar de la cuna de occidente, aunque geográficamente siga siendo Europa.

El mundo tal como es conocido se tambalea, Estados unidos se convierte en su principal potencia, y los restos coloniales de los países europeos aspiran a reconstruir sus respectivos imperios colonizando de nuevo el continente perdido.

Entre los neo-colonizadores se encuentra el joven Guilford Law, que viaja a Darwinia en una misión de reconocimiento que le llevará más allá de lo que pudiera haber imaginado... hasta descubrir una impactante revelación sobre el destino de la raza humana en el Universo, ya que la nueva Europa es un punto de entrada a una invasión de "algo" que se irá desvelando según se lee el libro

El arranque de Wilson es magnífico: un milagro de proporciones gigantescas, un ambiente inmejorable donde se mueven los protagonistas,... y cuando ya pensaba que la temática del libro iba a derivar en el género steampunk, la trama del libro empieza a discurrir un curso totalmente distinto, donde entidades superiores se enfrentan en una guerra a escala cósmica.

Resulta un contraste demasiado fuerte entre la novela de aventuras inicial de unos exploradores embarcados en un viaje a través de un nuevo y exótico contienente lleno de misterios, y otra sobre un enfrentamiento megalomaniaco con una duración de eones entre una megainteligencia y una especie de virus que amenaza la existencia de Todo.

Creo que Wilson fracasa al intentar unir ambas historias y acaba enlazándolas de una manera a la desesperada, ideando una megainteligencia que, ante la finitud de la vida contenida en el universo, crea un mecanismo que almacena simulaciones de todo lo que ha sido, es y será, enterándonos de sopetón que el universo ya ha acabado (o al menos la posibilidad de vida) y sólo quedan las simulaciones... y que incluso éstas están siendo amenazadas... siento el destripe de la historia

Bikos e apertas

pd: ¿Qué significaba morir, cuando el mundo estaba hecho de números?

11 de octubre de 2010

Camelot 30K

Camelot 30K, de Robert L. Forward, es una novela de ciencia ficción dura, muy dura , con todo lo que eso conlleva: la narración se ve acompañada de un gran rigor científico que trata de aportar credibilidad a la historia.

Las sondas espaciales humanas han descubierto vida inteligente en los confines del sistema solar, en un planetoide helado de la nube de Oort con una tenue atmósfera de hidrógeno, un lugar donde el Sol es una estrella más en el firmamento, la más brillante pero de la que apenas llega calor, un lugar realmente inhóspito, al menos para los humanos...

En el planetoide viven los keracks, una especie inteligente con un aspecto de gambas, con un único y gran ojo, de apenas unos centímetros de altura y con una biología totalmente adaptada a las condiciones extremas de su habitat

Veinte años después una expedición aterriza en el planetoide 1999 ZX (Hielo para sus habitantes) para estudiar la civilización kerack, y establece contacto con la maga (una especie de científica) Merlene de la ciudad de Camalor, que actuará de guía para conocer los entresijos de la compleja sociedad kerack.

Para poder interactuar con los keracks fuera del módulo espacial, los humanos emplean pequeños robots manejados remotamente (telebots) que se asemejan a los diminutos keracks. De esa manera pueden desplazarse por la ciudad de Camalor y conocer las costumbres y comportamientos de los asombrosos habitantes de la civilización de Hielo.

A través de los ojos de la entrañable Merlene y los telebots, Forward describe con minuciosidad (a veces excesiva ) la compleja ciudad de Camalor y la sociedad en la que viven los keracks, una especie de mente colmena, siempre conectados unos con otros.

Los primeros dos tercios de la novela constituyen una inacabable sucesión de descripciones de la extraña especie kerack, su constitución fisiológica y biológica, su modo de vida y su sociedad, con una acción casi inexistente. En el último tercio, Merlene y los representantes humanos descubren el secreto que se esconde tras una compleja estructura que está siendo construida por los keracks y que amenaza a la ciudad de Camalor y sus habitantes. No voy a revelar la sorpresa , sólo diré que tiene que ver con la capacidad de los keracks para mantener un temperatura corporal de unos 70K (-203ºC), excesivamente caliente en un medio en torno a los 30K (-243ºC)...

Durante toda la novela, Forward parece estar narrando asuntos cotidianos y sin aparente importancia con el único fin de alargar la historia, cuando todo es parte de una trama apocalíptica, que desemboca en una inesperada y refrescantemente pornográfica escena final

Forward consigue crear unas biologías asombrosas para los keracks, pero además los hace también muy cercanos y familiares, con una inteligencia equiparable a la humana, sin complicarse la narración como podría hacer Stanislaw Lem (que postulaba la imposibilidad de que la humanidad, enfrentada a una inteligencia alienígena, fuera capaz de llegar a la comunicación o al entendimiento, sino incluso a una mutua percepción), los keracks son raros, pero Forward hace posible y fácil su interactuación con los humanos.

La novela resulta absorbente pese a que la prosa de Forward no es precisamente la quintaesencia de la excelencia literaria (aunque quizá la traducción no le haga méritos...), los datos científicos son introducidos de una manera clara (no siempre...), y la imaginación de Forward hace el resto para crear una narración tremendamente adictiva

No deja de ser sorprendente la gran cantidad de referencias artúricas, no sólo en el parecido entre Camelot y Camalor y los nombres de algunos keracks como Merlene y Mordet, sino también en la forma de vida kerack, una sociedad medieval con su división en oficios, una nobleza, e incluso justas a lomos de los equivalentes equinos de los keracks, los heullers. Pero ahí se acaban los paralelismos, es una novela de ciencia ficción

Bikos e apertas

pd: El título de la novela juega con el parecido entre los nombres de Camelot y Camalor, al que se une la temperatura ambiente de Hielo, 30K; y no puedo evitar acordarme del cómic Camelot 3000, donde un ejército de extraterrestres llega a la Tierra en el año 3000 con el objetivo de conquistar el planeta, pero un niño encuentra accidentalmente la cripta del Rey Arturo y sus caballeros, y éstos reviven mágicamente y se enfrentan a las fuerzas invasoras.