1 de agosto de 2008

Nabucco

Al día siguiente del concierto de La Frontera nos decantamos por un evento de corte ligeramente más clásico

Tom y yo nos fuimos a San Sebastián de los Reyes a disfrutar de la ópera Nabucco de Verdi en la plaza de toros de la ciudad.

Verdi compuso la ópera en un momento histórico repleto de convulsiones políticas en Italia, que ansiaba liberarse del yugo austríaco. La ópera, de una belleza majestuosa, representaba también un canto a la libertad por parte de un pueblo oprimido.

Se compone de cuatro actos, voy a relatarlos a mi manera


Acto 1 - Jersusalén:

Nabucco se encuentra a las puertas de la ciudad dispuesto a entrar a saco y hacer esas cosas que se hacen cuando vas de guerra: asesinatos, saqueos, violaciones, etc, etc. El big boss religioso hebreo, Zaccaria, arenga a los judíos a que hagan frente a las huestes de Nabucco y le digan que muy mal, que eso no se hace, que matar, saquear y violar está muy feo.

Pero los cucos de los judíos tienen un as en la manga, han capturado a la hija de Nabucco, Femena. Femena se ha casado con Ismaele (pariente del Rey de Jeruselén). La historia entre los dos amantes se remonta a cuando Femena le conoció al ser hecho prisionero de los babilonios y le ayudó a escapar; en ese tiempo la otra hija de Nabucco, Abigaille, se había quedado prendada también de su porte gallardo, así que el lío de faldas está montado...

Abigaille entra en escena amenazando con contarle a su papi que Femena ha hecho cosas sucias con un extranjero, y que si no quiere que lo haga, Ismaele debe mudarse a su catre. Y ¡ta-ta-ta-chán! llega Nabucco en su carro del copón... Aquí la acción se desboca, Zaccaria sacá una faca y quiere cortarle el pescuezo a Femena, Ismaele lo impide (que para algo es su héroe) y... nos vamos al segundo acto.

Acto 2 - El Impío:

Nos enteramos de que Abigaille es en realidad una esclava y claro, intenta ocultar su origen quemando los documentos que lo demuestran en una pira, que si no no va a haber manera de sentarse en el trono.

Mientras tanto Femena está liberando a los esclavos hebreos tras abrazar el judaísmo (imagino por que si no Ismaele le iba a negar el disfrute de placeres carnales...). A Nabucco esas cosas no le molan nada, así que maldice duramente al dios judío y dice que lo que hay que hacer es adorarle a él.

Un rayo surge de los cielos e impacta sobre el impío Nabucco. Abigaile se aprovecha del momento para colocarse la corona de Babilonia sobre su cabeza.

Acto 3 - La Profecía:

A Nabucco alguien le ha echado droja en el cola-cao (el tema del rayo de dios lo veo algo cogido por lo pelos) y se le ha ido la pinza. Ocasión que Abigaille aprovecha para hacerse con el poder y hacerle firmar un papelote para pasar a cuchillo a los judíos (algo que parece ser un deporte bastante practicado por la humanidad...).

Ay, el pobre Nabucco tan endrojao no se entera de que así también Femena va a tener un problema grave de salud cuando también la pasen por el temita del cuchillo...Lo que quiere la muy perrilla de Abigaille es el trono de Babilonia y mete en la trena al viejo (si es que las drojas son maaaalas).

Mientras tanto Zaccaria sigue comiéndole el tarro a los judíos con esas movidas de que son el pueblo elegido, que él lo ha visto en sus viajes de peyote, que hay profecías que lo indican, y blah, blah, blah.

Acto 4 - El Ídolo Roto:

Nabucco ve como Femena es llevada hacia la muerte con el resto de los judíos. Pone una conferencia con el dios judío y se convierte a su fe. Se le pasa el efecto de las drojas y corre a liberar a su preciada hija.

Mientras Femena está siendo bendecida por Zaccaria, Nabucco y los soldados que le son fieles llegan para impedir los ajusticiamientos. El ídolo de Babilonia cae al suelo y se rompe en pedazos.

Nuevamente Nabucco ocupa el trono. Abigaille sufre un ataque repentino de arrepentimiento y se quita la vida llena de pesar por las cosas tan malas que ha hecho. Zaccaria anuncia que Nabucco será un gran señor...


Eso es todo, dejo un par de enlaces: un resumen de la obra un poco más serio y el libreto.

La obra nos encantó, y destacaría sobre todo el coro de esclavos del tercer acto, sublime en grado sumo.

Bikos e apertas

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