23 de abril de 2009

Vitales

En la novela Vitales, Greg Bear analiza una nueva idea especulativa a partir de los actuales conocimientos biotecnológicos sobre las posibilidades reales de una mayor longevidad humana.

Hal Cousins y su gemelo Rob son biólogos a la búsqueda de una mayor duración para la vida humana. Su investigación les llevará, por separado, a descubrir que no han sido los primeros en estudiar seriamente esa posibilidad

Misteriosamente, todo ello se emparenta con un viejo proyecto nacido en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial bajo los auspicios y el férreo control de Stalin.

La conspiración está servida...

Yo, el príncipe Hal cousins, científico, egotista supremo, creyente principal en el mundo material, con miedo a la oscuridad y no precisamente en buenos términos con Dios, iba a hacerle una visita a las ecologías más primitivas, buscando la fuente de la juventud. Peregrinaba de vuelta a donde el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal nos había enseñado cómo morir. Planeaba reclamar esa fruta y realizar algunas pruebas de laboratorio.

Esta blasfemia me parecía un intercambio justo por tantos millones de generaciones de atractivos, inteligentes y curiosos seres que se hacen viejos, arrugados y enferman. Convirtiéndose en vegetales feos y seniles.

Convirtiéndose en el fertilizante de Dios.

La novela juega con la idea del estudio de las células primigenias antes de que las mitocondrias se instalasen como parásitos en los organismos unicelulares. Al principio las mitocondrias fueron bacterias (tienen sus propias cadenas de ADN, como cromosomas bacterianos) y vivían libres, pero encontraron un ambiente acogedor dentro de anfitriones celulares y se convirtieron en parásitos; con el tiempo, las mitocondrias se volvieron esenciales y nos hicieron dependientes del oxígeno.

Las mitocondrias resultan ser espías. Quintacoluminstas. Examinan nuestros niveles de estrés, salud mental y física, y le pasan la información a pequeñas bacterias que se esconden en nuestros tejidos.

Todo lo que hacemos causa diferentes tipos de estrés. No se puede permanecer saludable sin un cierto estrés. Pero si fracasamos en nuestro trabajo, si somos desafortunados en el amor, si enfermamos, si nos sentimos furiosos y tristes, nuestro cuerpo se llena de hormonas de estrés. Virus y bacterias desafían al sistema inmunológico, y éste tiene más probabilidades de fallar... Incluso si no falla, con el tiempo, por alguna razón, no nos recuperamos tan fácilmente. Nos deterioramos. Nos debilitamos. La red mitocondrial lee esas señales e informa a las bacterias enterradas profundamente en los tejidos, y la conspiración en pleno chismorrea con los bichos en nuestras tripas. Los bichos, a su vez, le dicen a las mitocondrias que trabajen menos eficientemente. Ésa es la razón última del envejecimiento . Juntos actúan como juez, jurado, y en última instancia como verdugo.

Esa idea de las bacterias comunicándose y cooperando resulta aterradora si resulta cierto, el asunto de las mitocondrias es un antiquísimo caso de asesinato ¿Quién nos diseñó para morir y por qué?

En conjunto el libro resulta interesante en cuanto a la exploración de las posibilidades de alargar la vida humana y nuestro paso por este mundo.

El mismo brillo de convicción de que nuestras partidas de nacimiento no eran al mismo tiempo nuestros certificados de defunción.

Pero así como otros libros que he leído de Bear me gustaron especialmente, como el fantástico La Radio de Darwin (donde se mete de lleno en asuntos evolutivos), su continuación Los Niños de Darwin, y Fundación y Caos (que es parte de la saga de La Fundación iniciada por Isaac Asimov), este en particular me ha decepcionado un poco, no en cuanto a la historia que trata de tejer, sino en cuanto a los resultados, demasiados cabos sueltos...

Aparte de todo esto ¿acaso quieres vivir para siempre? Creo haber comentado en alguna ocasión que ya es hora de que cedamos el paso a otro ser vivo, aquí viene a cuento la página por el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria

Particulamente sí me gustaría vivir mucho mucho tiempo, y si tiene que ser para siempre, con la posibilidad de desconectarse algunos milenios a voluntad...

Hay demasiado por ver y aprender. La historia no se repite.

Bikos e apertas

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