20 de septiembre de 2010

After Dark

La novela After Dark, de Haruki Murakami, transcurre desde poco antes de la medianoche hasta poco antes de las siete de la mañana, durante esas horas en que todo se vuelve dolorosamente nítido o angustiosamente desdibujado

Arranca con un narrador que nos guía desde las alturas hasta la ciudad sumida en la noche. Junto con ese narrador, que nos acompañará a lo largo de toda la novela como un ser omniscente, descendemos por casualidad sobre Mari, una joven estudiante que ha perdido el último tren para ir a su casa y está leyendo en la mesa de un café esperando a que pase la noche.

Aunque probablemente no ha perdido el tren, sino que se ha quedado a propósito para tener unas horas de soledad y reflexión, en una búsqueda de su propia identidad alejada de su realidad cotidiana

Takahasi, un músico que va a ensayar con su banda, entra en el café y se sienta frente a Mari. Ambos se conocían de unos años antes, de una cita doble junto con la hermana mayor de Mari, Eri, una joven modelo de espectacular belleza.

Mientras Mari y Takahasi conversan, Eri duerme profundamente en su casa, pero no un sueño normal, sino uno profundo e inalterable, que dura ya dos meses . Eri experimenta una transmigración onírica que Murakami nos relata como parte de la realidad, una visión desde el otro lado.

Al poco rato abre los ojos. Deslumbrada por la luz de los fluorescentes alineados en el techo, los cierra de golpe. Su conciencia parece que se resista a despertar. Que rechace el mundo de la realidad y desee seguir durmiendo indefinidamente, dentro de las mullidas tinieblas cargadas de misterio.

Takahasi se marcha y Mari sufre una segunda interrupción: Kaoru, una amiga de Takahasi que es la encargada de un love hotel, le pide que le ayude con una prostituta china que ha sido agredida brutalmente por un cliente. Un cliente, Shirakawa, que trabaja en ese mismo barrio durante la noche.

La narración fluye a través de la noche ramificándose en historias que brotan alrededor de Mari, en las que los personajes se encuentran, hablan y se revelan sus secretos a medida que ganan confianza, se separan y se van a otros lugares, se cruzan con otros personajes, vuelven,... en un virtuoso despliegue de paralelismos y encuentros

Muchas de las cuestiones que se plantean en la novela no tienen un final dentro de ella, sino que continúan más allá, sin que eso realmente importe, sólo son retazos de los periplos nocturnos de los personajes.

Aparecen varios personajes sumamente interesantes, quizá más que la propia Mari (al fin y al cabo la clásica adolescente introvertida llena de temores), que son tratados fugazmente por Murakami, como una empleada del love hotel, Kôrogi, una muchacha con un pasado misterioso, con la que Mari tiene conversaciones llenas de profundidad y sentimientos.

(Mari) - ... Yo soy de ese tipo de personas. De las que se esfuerzan.
(Kôrogi) - ¿Esas que van siguiendo su camino, solas, currando día a día? Como el herrero del bosque.
- Sí.
- Pues a mí me parece admirable ser capaz de hacer algo así.
- ¿De esforzarse?
- De ser capaz de esforzarse.
- ¿Aunque no ganes nada con ello?
...

(Kôrogi) ... En este mundo hay cosas que sólo puedes hacer sola y cosas que sólo puedes hacer con otra persona. Es importante ir combinando las unas con las otras...

La lectura de After Dark resulta muy cinematográfica, se tiene muchas veces la impresión visual de ciudad oscura salpicada de neones, que me parece muy inspirada en algunas obras de Edward Hopper (como Nighthawks o Automat). Además Murakami incide en ese aspecto, situando nuestro punto de vista en las escenas e incluso fijando la banda sonora (el propio título de la novela está sacado de la pieza de jazz Five Spot After Dark). Aunque a veces esa sensación de estar manejados como un guión de cine resulta un poco agobiante

La finalidad de la novela es la búsqueda de uno mismo, el encuentro con lo que somos, nuestra identidad; el viaje nocturno de Mari gira en torno a esa idea, en las conversaciones que mantiene con los demás personajes.

(Takahasi) ... Nuestra vida no se divide entre la luz y la oscuridad. No es tan simple. En medio hay una franja de sombras. Distinguir y comprender esos matices es signo de una inteligencia sana. Y conseguir una inteligencia sana requiere, a su modo, tiempo y esfuerzo...

La novela de Murakami resulta sumamente poética, llena de historias sencillas y cautivadoras sobre personajes solitarios, esos personajes que tanto me gustan

La noche se ha acabado por fin. Aún falta mucho tiempo para que nos visiten de nuevo las tinieblas.

Bikos e apertas

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