28 de febrero de 2009

El sistema del mundo 1

Con El oro de Salomón inicio el tercer volumen de El ciclo barroco: El sistema del mundo de Neal Stephenson. Una saga que ya empieza a resultar eterna

Sir Isaac Newton (El sistema del mundo es también el título del tercer libro de su obra más famosa: The Mathematical Principles Of Natural Philosophy) usa su poder como director de la Casa de la Moneda de Inglaterra para buscar el mítico Oro de Salomón, del que se supone que contiene el Mercurio Filosófico que ha de ser imprescindible en sus estudios alquímicos.

Para ello consigue que todo el oro del mundo empiece a fluir desde todas partes hacia Inglaterra y su Casa de la Moneda, y poder así encontrar ese oro diferente dotado de un poder especial.

Eso le enfrenta irremediablemente a Jack Shaftoe, el Rey de los Vagabundos, conocido ahora como Jack el Acuñador, y a los falsificadores de moneda.

Mientras, Daniel Waterhouse, fundador del Instituto de las Artes Tecnológicas de Masachussets es llamado de nuevo a Europa para mediar en la disputa intelectual que enfrenta a Newton y Leibinz para dilucidar cuál de los dos ha inventado primero el cálculo infinitesimal.

Waterhouse había empezado a construir el Molino Lógico de Leibniz (precursor de los modernos ordenadores) y, llegado a Inglaterra, recibe de Leibniz un encargo del zar Pedro I el Grande para intervenir en el desarrollo de la ciencia con un envío de material científico para Rusia.

La ciudad de Londres es el nuevo e imponente protagonista de este incomparable fresco sobre el origen histórico de nuestros tiempos. Se nos describen la sofisticada sociedad de la época, las múltiples intrigas políticas, el enfrentamiento entre la nueva ciencia moderna y la vieja alquimia,... todo ello mezclando personajes históricos (y de gran relevancia en el devenir de los tiempos) con inventados.

La confusión inevitablemente asociada al nacimiento del mundo y la mentalidad modernos es en realidad el eje central de la vasta peripecia humana, social e intelectual que configura este tercer volumen de El Ciclo Barroco. Una nueva visión del mundo se nos presenta.

No hay uniformidades. Si mirases al mundo desde arriba, como un albatros,
podrías imaginar que hay uniformidad entre las personas acumuladas en la tierra bajo tus ojos.
Pero no somos albatros, vemos el mundo desde el suelo, desde el interior de nuestros cuerpos,
a través de nuestros ojos, cada uno con su propio marco de referencia, que cambia al movernos,
y también cuando los otros se mueven a nuestro alrededor.


Al principio se me hizo un poco pesada su lectura, como en anteriores partes de la saga donde la acción se desarrolla en Inglaterra. Qué me habrán hecho los ingleses en otra vida...

Pero los ingleses, si pueden elegir, siempre escogerían
lo vagamente ridículo frente a lo dolorosamente directo
.

Pero a medida que avanzaba en la trama me iba metiendo cada vez más en la historia, y apenas pude soltar el libro de mis manos en el afán de conocer cómo se desarrollaban las diferentes peripecias que viven los protagonistas.

Parece que si lanzas al público muchas historias diferentes,
muchos lectores encontrarán una que les habla directamente.
Pero no hay forma de saber cuál.

Y ya he comenzado la segunda parte , El sistema del mundo: Moneda.

Bikos e apertas

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