1 de febrero de 2009

La llegada de los gatos cuánticos

En La llegada de los gatos cuánticos, Frederick Pohl juega con una de las interpretaciones de la mecánica cuántica para ironizar sobre las distintas posibilidades y realidades.

Empleando el concepto de los universos paralelos de la física cuántica, los científicos consiguen hacer pedazos las fronteras exitentes entre universos y crear túneles que conectan realidades alternativas, produciéndose un caos generalizado cuando las personalidades de un universo se encuentran con la multitud de sus otros yoes que hubieran podido ser si las cosas se hubieran desarrollado de otro modo.

Una idea interesante sobre las repercusiones que se pueden producir cuando las infinitas realidades posibles empiezan a colisionar entre sí


En el libro podemos encontrarnos por ejemplo a Ronald Reagan que juega un papel de político opositor perseguido por el FBI en unos Estados Unidos que tienen un régimen musulmán fundamentalista, al fracasado John F. Kennedy viviendo en los años ochenta mientras Itzhak Asimof es un reconocido bioquímico soviético,...

Quería ver a mi otro yo. Quería sentarme y hablar con él, oír su voz, descubrir dónde habían coincidido nuestras vidas y dónde se habían separado.
Era una idea extraña y algo insana, como prepararse para tomar droga por primera vez, o quizás hacer el amor cuando no lo habías hecho en tu vida... pero lo deseabas.


El título hace referencia a una paradoja planteada por Erwin Schrödinger para explicar la naturaleza de las observaciones y predicciones de la teoría cuántica. Siempre me he sentido atraído por el tema de la paradoja del gato de Schrödinger

Este físico
propuso un experimento con una caja que contenía un gato, una partícula radiactiva y un frasco de veneno. La partícula radiactiva tenía un 50% de probabilidades de desintegrarse en un plazo de una hora; si lo hacía, el veneno se liberaba y el gato moría. La partícula y el gato constituían por lo tanto un sistema sometido a las leyes de la mecánica cuántica, ya que la suerte del gato dependía de la suerte de la partícula.

Como para cualquier otro sistema cuántico, el gato y la partícula estaban descritos por una función de onda
. La pregunta lógica de Schrödinger era: ¿Está el gato vivo o muerto? Schrödinger afirmaba que sólo el hecho de observar el interior de la caja permitía que el gato viviese o muriese. Hasta la intervención de un observador externo, el gato estaba en un extraño estado vivo-muerto. Al abrir la caja y mirar, el observador colapsaba la función de onda a un estado u otro: el observador es tan importante como el sistema que observa. Sin el observador el sistema está indefinido entre cualquiera de las situaciones posibles.

Esta visión de la teoría cuántica está profundamente conectada con la
la idea de los infinitos mundos paralelos con los que Pohl nos hace pensar y reír a partes iguales. Según esa visión, cada observación de la caja provoca la formación de dos mundos paralelos, uno en el que el gato está vivo y otro en el que el gato está muerto.

A partir de ahí ya tenemos el berenjenal montado
cada instante se genera un número infinito de tales universos, en función de circunstancias, decisiones, etc.

Siempre me ha asombrado el grado de locura del que es capaz una persona cuerda.

Leído casi de un tirón, el libro me ha enganchado de principio a fin, deseando saber qué sucedía con todos los yoes de la novela y sus reacciones al coincidir en un determinado universo.

Bikos e apertas

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